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¿Cuáles son las preguntas más estúpidas que le hacen a un vegano? | Responde una vegana

En estas 13 preguntas y respuestas, identifica si alguna vez estabas palteando sin darte cuenta.

Sol Gonzales Ochoa es docente y activista por los derechos de los animales.

Todos tenemos un amigo o conocido que ha decidido dejar de comer carne y colocar a los vegetales como dieta principal. Por supuesto, a este amigo o conocido, penas tomó esta decisión, le llovieron cuestionamientos, “llamadas de atención”, y sobre todo preguntas (algunas válidas; otras, solo ridículas) y burlas de toda índole.

Para conocer cuáles son las preguntas más estúpidas que le hacen a un vegano, invitamos a Sol Gonzales Ochoa[1], una vegana que no solo eligió dejar de ir a parrilladas bailables o comer un lomito saltado, sino dar un paso más allá: defender a los animales a través del activismo.

“Admito que la mayoría de dudas son totalmente válidas, yo misma me pregunté muchas cosas antes de empezar. Sin embargo, mucho de lo que llega a nuestros oídos es nada educado. Los comentarios jodidos vienen más bien de gente a la que le importa un rábano el veganismo (“¡Maldita mataplantas!”), pero tuvo un día tan malo que decidió agarrar al vegano del grupo para desfogar su rabia contra el mundo”, comenta Sol, la vegana «arboricida que le causa sufrimiento a los arbolitos porque se los come con tallo y todo».

A continuación el listado de preguntas estúpidas, para que no paltees la próxima vez que te cruces con un vegano:

1. “¿Y qué comes?”

“Ni mier…a. estoy muriendo, pero mejor me muero yo antes que un chanchito”. Lo he dicho con sonrisita y todo. Puedo jurarlo.

La verdad es que se come de todo. La gente no anda por ahí comiendo parrillas 24/7 por más que se autodenomine “carnívora” (Zeus, dame paciencia). Incluso si así fuese, tendría que aderezar con vegetales su preciado filete y acompañarlo con papitas, ají y verduras. Así que carnívoro mi gato, tú eres un omnívoro que no estudió bien ese tema en el colegio y que tiene ganas de joder.

Los veganos comemos lo mismo que tú (casi), pero sacando de la ecuación al animalito o lo que sea que hayan sacado de su cuerpo. Le damos al cuerpo nutrientes, no animales.

2. “¿De dónde sacar las proteínas?”

“Del pasto del parque, hasta la B12 la obtengo de ahí. Pruébalo con sal de maras”. Ok, eso lo he dicho cuando ya me tenían hasta el cuello con preguntas. Pero por lo general la respuesta es más amable.

“De ningún lado, moriré pronto. Te dejaré mis videos de Gary Yourofsky en Drive como muestra de desprecio”. Esto solo lo he dicho una vez y cesaron las preguntas. Les dejo de tarea averiguar quién es don Gary.

Es cierto que el cuerpo entiende de nutrientes, no de ingredientes específicos. Así que para ser vegano hay que ser muy responsable y balancear bien nuestros alimentos a fin de no desnutrirnos. Se trata de salvar animales, pero sin matarse en el intento. Un vegano irresponsable con su salud es no solo mala publicidad para el movimiento, sino un atentado contra la causa.

3. “¡Pero los leones comen carne!”

“Y tu iguana come moscas, Ramón. Ve al jardín, tu perro está comiendo caca de nuevo, quizá quieras que te invite un poco”.

¿Por qué ese afán de compararse a sapos, culebras, leones, tigres, cerdos, burros, cojinovas y otros seres más nobles que nosotros? Es injusto afirmar que tienes alguna característica propia de un animal cuando te conviene y después creerte el súper humano, ¿no crees?

4. “¿Cómo te va a dar pena comer animales si son intelectualmente inferiores? ¡Mi intelecto es superior al suyo!”

“Y el mío al tuyo. Entra al horno, Ramón”. Insisto con Ramón porque le tengo cariño a pesar de ser así. Sé que se ve bien feo atacar a alguien por su nivel intelectual, pero mi amigo es terraplanista, así que no soy la única en sentir una mezcla de risa, rabia y piedad por él. Ustedes ya le habrían hecho más bullying que a un vegano.

Nuevamente el problema está en compararse a un animal. Nos decimos “superiores” a ellos, pero resulta contradictorio que muchas personas no dejen de compararse con mamíferos carnívoros que cazan su alimento mientras piden pizza por delivery. Pensemos en eso.

5. “¿Vegana? Pfff. Yo sí como mi carnecita porque eso hacían nuestros ancestros…”

“Y también sacrificaban niños, préstame a tu sobrino, su sangre aplacará a los dioses”. Y quizá la ofrenda nos garantice encontrar la cura al coronavirus, qué sé yo.

Bueno, nuestros ancestros también practicaban el incesto, dormían en cuevas y perseguían mamuts. Pero tú te quedaste con las ganas de caerle a tu colega de la oficina, te duermes en tu sillón viendo Netflix y no puedes atrapar ni a tu perro cuando lo sacas a cagar al parque. No, no eres un neandertal, aunque los domingos por la mañana lo parezcas. Vives en la Túpac Amaru, reniegas en el Metropolitano y escribes “gratula” en Facebook. Ya pues.

6. “¿Segura que no quieres? Ay, ¡no sabes de lo que te pierdes!”

Firma: Silvia, que me conoce desde que tengo 10 años hasta ahora que tengo 35, pero en cada reunión donde le choteo las empanaditas jura que nunca he comido igual que ella y que no sé lo que es una buena parrillada.

Insisto. En Lima puedes encontrar de todo, afortunadamente. Y cada día hay nuevas opciones. Hasta hace 5 años era muy difícil, pero en la actualidad las recetas abundan en Youtube y en redes sociales. Yo, que soy una negada para la cocina, he aprendido a adaptar platos criollos, mayonesa, uno que otro queso y hasta postres. Mis amistades más hábiles preparan varios tipos de “carnes” que, bien sazonadas, quedan bastante parecidas a las parrillas, filetes o cuanta preparación se les antoje. Así que no nos perdemos de nada. Suena trillado, pero lo que se gana es mucho, empezando por vidas que no terminarán en una bandeja de supermercado.

«El veganismo no es una dieta. Es una postura ética basada en el respeto hacia la vida de los animales». Sol Gonzales.

7. “¿Y los suplementos? Porque si eres vegana, obvio, que te debes suplementar. ¡Si no, te mueres!”

“A la vaca que te comiste ayer le inyectaron más de 12 medicamentos en sus cortos 3 años de vida, Silvia. Dime quién se suplementa más”.

Es cierto que los veganos debemos suplementarnos con B12, pero también es cierto que toda persona -no solo veganos- debería hacerlo, independientemente de su régimen alimenticio. Una ingestión muy baja de vitamina B12 puede provocar anemia y deterioro del sistema nervioso. Las únicas fuentes veganas fiables de B12 son los alimentos enriquecidos con B12 (como ciertas leches vegetales y algunos cereales fortificados) y los suplementos de B12. Esta procede de microorganismos, así que ningún animal (ser sintiente) sufre para obtenerla. Pregúntale a un nutricionista serio.

8. “No come carne, dice, pero bien que se come esta, ¿o no?”

“Ni cuando era omnívora comía menudencia, pobre idiota”.

Esto no merece mayor comentario.

Siguiente.

9. “¿Por qué tratas de imponer tu ideología?”

“Cuando te ponga un revólver en la sien para obligarte a comer brócoli, ahí háblame de imposiciones”.

Esta pregunta no la entiendo. Soy la que come los cubitos de frutas en las reuniones sociales y pasa de largo cuando le ofrecen empanaditas, triples, tequeños y piernitas. Hasta he llevado mi propio alimento para no joder, ¿dónde está la imposición? Relaja, flaco. Que yo coma verduras no me vuelve tu enemiga, ¿por qué te sientes amenazado?

10. “O sea, ¿tú quieres que le imponga una dieta vegana a mi hijo?”

“No, flaca, quiero que sigas preguntando a tu bebé de 8 meses qué quiere comer y decidan eso de forma democrática como vienen haciéndolo desde que nació. Porque eso haces, ¿no? ¿NO? O… ¿le estás imponiendo una dieta? ¡Horror!”.

La OMS ha declarado la viabilidad de una alimentación a base de plantas en cualquier etapa de la vida. Busquen información fiable y dejen de sentirse atacados por una “comelechugas”.

11. “¿Pero acaso las plantas no sienten?”

Firma: Claudio, el defensor de las plantas que pisa pasto, compra flores para su esposa, juega en cancha de gras natural, arranca hojitas del jardín para la tarea de su hijo menor, come harta col y papas fritas (¡las papas son plantas, entérate!) y estuvo a favor de que la municipalidad saque el viejo y hermoso árbol que no le dejaba ver el paradero desde su ventana.

No, no las plantas no sienten, Claudio. Reaccionan, pero no se desesperan en una red, ni tiemblan ante el olor de su sangre. Busca el término sintiencia y podrás salir de muchas dudas. A mi estimado colega lo dejé con una pregunta bien simple. Si se incendiase tu casa, ¿salvarías a tu gato o al cactus? Listo. Ahí tienes tu respuesta.

12. “¿Para qué quieres ser vegana si ya estás flaca?”

“No es mi cuerpo lo que quiero salvar, para eso no es el veganismo”.

Contrario a lo que muchos piensan, el veganismo no es una dieta. Es una postura ética basada en el respeto hacia la vida de los animales y sus intereses al ser seres sintientes (busquen la Declaración de Cambridge, los gatos, los peces, las gallinas las ovejas y demás tienen sintiencia y consciencia de sí mismos). Esta postura implica una serie de decisiones y hábitos nuevos que implican averiguar si el maquillaje, la comida, la ropa o el relajo del fin de semana no incluyen a algún animal siendo masacrado para que yo disfrute. Ni circos, ni zoológicos, ni rímel testeado en conejos, ni peces (que no son plantas, cuando digo que no me des carne, eso incluye a los peces), ni tauromaquia, ni compra de cachorros, ni cuero, ni lana, ni miel… En fin, a estas alturas muchos se asustan. “¡Entonces no voy a poder comer nada!”. Corrección, si te vuelves vegano no te vas a volver a comer a NADIE. Ni a lo que salga de sus cuerpos. Para un vegano tu idea de pan con chicharrón el domingo equivale al hecho de que tomaron al perro que amas, lo hicieron vivir enterrado en sus heces por años, lo piquetearon hasta desangrarse, lo metieron a una cámara donde se quemó vivo de adentro hacia afuera, o aún vivo lo metieron a una tina hirviente para luego trozarlo y meterlo en pan. ¿Suena exagerado? Pues revisa los procesos de producción y te darás cuenta de que es la realidad.

No nos importa que lo traten lindo antes de pelarlo, sino de que dejen de reproducirlos como lo hacen ahora mismo con perras y gatas para lucrar con sus crías. Igualito. Así que no lo hacemos por joderte, no lo hacemos por moda, no lo hacemos para adelgazar, ni porque sea lo progre, o lo políticamente correcto. Todo eso nos tiene sin cuidado. Los humanos tenemos suficientes líos entre nosotros, ¿para qué uno más? Se trata de los animales, solo de ellos. Nada más. Solo eso.

LA YAPA

13. “Si estuvieras en una isla desierta con un cerdo, ¿te lo comerías?”

Vegano que se respete ha escuchado más de una vez esta curiosa hipótesis. Resulta que, para muchos, cuando te vuelves vegano la casi imposibilidad de quedarte varado en una remota y desierta isla se vuelve una realidad próxima. “Oh, es vegano. Uy, no, capaz el próximo se me nos pierde en una isla… ¡y con un cerdo!”.

Forma uno: Bueno, no hay forma de que eso me pase. Pero si la hubiese, la respuesta es muy sencilla. Si quedo varada en una isla y estoy junto a un cerdo, significa que hay alimento para ese cerdo y, por lo tanto, también para mí. Así que no existe la necesidad de comerlo.

Forma dos: si es una isla, hay plantas, algas, frutos, cualquier cosa vegetal que crezca en tierra o bajo el agua. Así que nuevamente no hay necesidad de comerme al cerdito ni a los peces que puedan estar cerca.

Forma tres: te cambio la suposición cojuda por una pregunta más realista, ¿ya? A ver, si tú estuvieses en un lugar donde puedes elegir tu alimento en muchos establecimientos, con posibilidad de comprar en un país que está en el ranquin de mayor diversidad de frutos y legumbres en el mundo, con acceso a mercados, a información nutricional, a Internet… ¿por qué pagar para que alguien le meta cuchillo a un cerdo si puedes comer lo que sea menos a él?

Oh, claro, de seguro para ti “es rico”. Pero a los veganos NO NOS IMPORTA EL SABOR, sino su vida. Así que no te gastes, papi. Es en vano. Si tenemos que morir en esa isla, nos moriremos intentando alimentar al cerdo para vivir los dos. O moriremos abrazados, destruidos por el hambre, pero habiéndonos respetado. ¿Te suena tonto? Nos vale. Sabemos que tú sí te lo comerías. Sabemos que te sientes suficientemente superior para decidir por la vida de él. Y tú sabes que nosotros no lo haríamos, y preguntas para joder, no porque en realidad creas que te vamos a decir lo que quieres escuchar.

¿Quieres un debate para fregarte la fiesta? ¿No? Genial. Porque si picas a un vegano con eso buscando una respuesta, te la dará, pero jamás te dará por tu lado, sino que te dirá una incómoda verdad, oculta cómodamente lejos de la ciudad, detrás de las puertas de un infierno llamado matadero. A ese animal que te comes le importa tres hectáreas de verga tus motivos, lo único que quiere es vivir, y para eso estamos los veganos: para recordártelo cada vez que quieras dar excusas o simplemente joder. Se trata de coherencia. Se trata de entender que un par de zapatos, un lápiz labial, una cartera o un montón de likes por tu “plato exótico” no pueden valer más que una vida. Así de sencillo.

Les guste o no, cada día hay más veganos. La mayor población de nosotros está entre los jóvenes, así que esto tiene para rato. Sigan insistiendo, sigan cuestionando, que hasta para la pregunta más estúpida hay una respuesta. ¿Que un vegano los atacó y fue grosero con ustedes? Bueno, todo movimiento tiene buenos y malos voceros, pero no asumo que son lo suficientemente inteligentes para no deslegitimar una causa basada en la justicia, el respeto y la sana convivencia en este planeta solo porque algún representante muy mal educado no estuvo a la altura, ¿verdad? Quiero creer eso, porque si no lo creo… temo que no me dará la cabeza para seguir respondiendo esas y otras preguntas que, al igual que el básico imbécil que pone la foto de un filete en publicaciones de veganos, aparecen todos los días.

Hasta que todas las jaulas estén vacías.

Y hasta que la última pregunta cojuda sea respondida.

Coman verduras.

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[1] Sobre la autora: Sol Gonzales Ochoa es pedagoga, ejerce como docente de educación secundaria desde hace 16 años y es vegana hace 4. La docencia la llevó al activismo por los derechos de los animales, actividad que también lleva a las aulas de clase. Es madre de dos compañeros gatunos y entre sus hobbies está escribir y caminar. Sigue sus aventuras veganas en Instagram: @profesolochoa

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