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Conoce el medio colombiano de noticias falsas con mayor credibilidad e influencia

Conversamos con Leovigildo Galarza, uno de los fundadores del medio digital de Colombia que se ha ganado un lugar importante en el corazón de muchos y otro lugar en el hígado de los poderosos

 

Se describen como una página web sobre sátira que critica los males de la sociedad, pero también como el medio con más credibilidad de Colombia. Sus noticas desfachatadas y delirantes a veces han sido tomadas como ciertas y compartidas por los ciudadanos de a pie y Transmilenio (el Metropolitano parce), así como políticos importantes, o personajes tan famosos como Paulo Coelho o nuestra querida Laura Bozzo, y también por medios internacionales (fueron traducidas como ciertas en otros idiomas). Incluso, algunas noticias fueron premoniciones y se convirtieron en realidad, como aquella donde un grupo de ciudadanos celebra el cumpleaños de un hueco en la calle (en la vida realidad celebraron las dos décadas de un bache).

Actualidad Panamericana ya cumplió cinco años, pero su presencia no solo está en la red a través de la escritura o el diseño. Han explorado otros campos: han hecho videos, brindan charlas y conferencias, han publicado dos libros, han aparecido en casi todos los medios de comunicación e incluso han logrado que los seguidores de Álvaro Uribe y Gustavo Petro se abracen (ok, eso aún no lo logran).

Una de las primeras noticias que los lanzó al estrellato estuvo relacionada a una supuesta clausura de un criadero de enanos, la cual fue tomada como cierta a tal nivel que las autoridades tuvieron que desmentir el hecho. Otra noticia, igual de disparatada y compartida hasta el hartazgo, fue la referida a un proyecto de ley de los uribistas (enemigos de la izquierda) para proponer que el cursor de la computadora apunte hacia la derecha.

Para conocer un poco más sobre esta banda colombiana, conversamos uno de los fundadores, Leovigildo Galarza, para que nos cuente sobre el origen de este medio, por qué el nombre, por qué usan máscaras, por qué unos los odian y otros los quieren, por qué no se dedican solo a esto del humor y por qué no abrazaron el deseo de crear un grupo musical para tocar salsa o cocinar sancocho… en fin. Mejor lean la entrevista y luego nos cuentan.

¿De qué se ríen los colombianos?

Aquí les parece muy fácil reírse del rival político. Aquí tenemos una larga tradición de animadversiones políticas muy fuertes, y una división que ha tenido distintos trajes a lo largo de la historia pero que es como la misma grieta que viene desde la Colonia. Entonces, es muy fácil reírse del otro, reírse del que cae en desgracia, reírse de la figura pública. Un poco es una risa que tiene algo de resentimiento y envidia, seguramente, pero nos cuesta muchísimo reírnos tanto de nosotros mismos como de los que están en nuestra orilla, sobre todo en términos de militancias, sea política o sea de una causa. A los ambientalistas les cuesta reírse de sí mismos, los animalistas están en otro nivel, igual las feministas, aunque hay algunas que son más abiertas a la autocrítica a través de la risa. Pero es así, pero tengo la intuición de que hay lugares y otras culturas donde es más fácil encontrar más disposición a reírse de sí mismos.

Si alguien que no es colombiano piensa en Colombia, piensa en la salsa, en las playas, en García Márquez… Pero también piensa de todas maneras en Pablo Escobar, en el narcotráfico y en las FARC, en toda la violencia política que han vivido. Por eso también era la pregunta: en un país tan golpeado como Colombia, ¿de qué se ríe un colombiano?

La risa y el humor en el caso colombiano tiene un fin terapéutico. Entonces, tenemos muy claro lo que nosotros hacemos y hay que saber también de quién se ríe uno. No nos vamos a reír de los excombatientes que están ahora en un momento difícil o de las mujeres de fueron obligadas abortar, o de las víctimas de los paramilitares. Uno se burla de los poderosos, siempre miramos hacia arriba y no hacia abajo donde la están pasando mal.

En el caso de las preferencias políticas, ¿quiénes son los más reacios a reírse de sí mismos o a aceptar la sátira?  

Aquí la polarización está marcada por el uribismo, de Álvaro Uribe, y sus seguidores más fanáticos, y por el otro extremo está Gustavo Petro, el candidato que perdió la segunda vuelta el año pasado. En ambos casos, sus seguidores más fanáticos son los que tienen menos disposición a reírse de sí mismos. Se encuentran mucho en esa incapacidad y tienen reacciones violentas a cualquier pieza de humor que tenga como mira a su líder.

Muchas noticias retratan y ridiculizan a los políticos tradicionales del país.

¿Han recibió algún tipo de amenazas por hacer este tipo de humor?

Afortunadamente no. Nosotros siempre decimos que estamos en una tercera o cuarta línea. Los que sí reciben amenazas de muerte son los periodistas con un coraje asombroso que están en las regiones, poniendo el pecho a las mafias y al crimen organizado. Luego están los que trabajan en los periódicos, los que hacen investigación de temas sensibles, o los periodistas independientes de la “Liga Contra el Silencio”, al que pertenecemos también, y luego recién están los que hacemos humor. Lo que sí hemos recibido es amenazas en forma de comunicaciones hostiles de parte de marcas, de empresas, de corporaciones.

¿Por qué motivo?

Porque dicen que usamos indebidamente su marca, porque les causamos un perjuicio al usar su logo, su imagen. En ese tema, también tenemos otro problema. Cuando registramos nuestra marca, nos dimos cuenta de que aquí en Colombia hay una papelería que se llama Panamericana (donde aprovecho para anunciar que allí pueden adquirir nuestros libros). Ellos quieren tener la exclusividad y no quieren que nada en Colombia se pueda llamar Panamericana, seguro ni siquiera la carretera. Ellos nos pidieron que cesemos el uso de la marca y por ahora lo estamos manejando por la vía legal.

¿Hubo alguna razón en especial para que se llamen Actualidad Panamericana?

Ninguna. A mí se me ocurrió el nombre de la manera más espontánea. Claro que tenía en el inconsciente el recuerdo de un noticiero que presentaban en los cinemas, en la década del 60 o 50, que era la manera en que la gente se informaba. Yo tenía ese recuerdo, no es que sea tan viejo tampoco, y brotó en el momento de buscar un nombre.

¿Alguna vez debido se han autocensurado o borrado alguna nota?

Lo hemos hecho pero no como reacción a una comunicación. Lo hicimos una vez cuando ocurrió un secuestro de un general, cuando las FARC aún estaban en armas. Especulamos, dijimos que se había ido en busca de El Dorado, y quedamos en la cuenta de que lo pidieron haber matado y la borramos. Luego, cuando regresó en circunstancias muy misteriosas, pero sano y salvo, la volvimos a subir. Otro caso fue cuando publicamos la “primicia” de un burdel bogotano que había logrado la certificación ISO 9001 por la calidad de sus procesos y usamos un logo de una empresa certificadora y nos llegó una carta muy fuerte pidiendo que cesáramos el uso de su imagen, que iban a iniciar procesos legales, hasta acciones penales, pero la Fundación para la Libertad de Prensa, con la que trabajamos, nos asesoró diciendo que no cesáramos y que respondamos que si siguen insistiendo podíamos ampararnos en nuestro derecho a la libertad de expresión porque aquí en Colombia sí existe una cierta jurisprudencia en materia de la parodia y con ello estamos relativamente bien protegidos en materia legal a la hora, por ejemplo, de usar un logo corporativo para hacer humor. En Estados Unidos está mucho más protegido el humor.

Izquierda o derecha, nadie se salva.

Ustedes, los integrantes, tienen distintas labores y trabajan en diferentes sitios. ¿Por qué no dedicarse a Actualidad Panamericana al 100%?

Es nuestro anhelo, sin duda, pero hay que tener cuidado con ese sueño porque de repente se te cumplen y eso es peligroso. ¿Por qué lo digo?, por dos razones. Por un lado está la dificultad de consolidar un modelo de negocio de una industria como esta, que toca fibras políticas y otros intereses, y en la medida en que su principal activo es la independencia. Entonces, consolidar un modelo de negocio obligaría a una búsqueda mucho mayor de ingresos en la que perfectamente, sin darnos cuenta, se puede empezar a comprometer progresivamente la independencia y la libertad. Por otro lado, está el hecho de que hacemos esto hace cinco años por diversión, por hobby, sin presiones, y pasar a un modelo de producción con metas y objetivos puede contaminar la línea editorial. Pero yo creo que se puede lograr, ya hicimos un ejercicio de montar un modelo de negocio en donde los ingresos no necesariamente vienen de la pauta sino más bien por el lado de las charlas, los talleres, los libros, los servicios creativos y alguna que otra campaña publicitaria.

¿Han tenido alguna oferta que han rechazado de alguna marca reconocida?

Sí, los reptilianos, intentaron comprarnos una vez. Bueno… no, en realidad una oferta concreta hasta ahora no ha habido.

¿Y si la hubiese?

Tendríamos que evaluar, no estamos cerrados y yo creo que sí es factible encontrar a algún medio o socio capitalista, respetuoso de la libertad y que entienda la importancia de la independencia, seguro que sí. Aunque aquí todavía las marcas no son muy pacatas y mojigatas, se cuidan muchísimo, no son como en Estados Unidos donde las marcas pagan incluso para que The Onion hable mal de ellas y, pese a que hablan brutalmente mal de ellas, eso no importa porque finalmente están hablando de ellas.

Los libros publicados han tenido acogida de sus seguidores, aunque aún no han llegado a Perú.

¿Publicar un libro es una secuencia natural de un proyecto como Actualidad Panamericana?

Nosotros sacamos dos libros. El primero sí marca esa secuencia natural porque es la compilación de los mejores textos, con algunos inéditos y extras gráficos (se llama Actualidad Panamericana. El libro). Y el segundo, que es el que acabamos de sacar, es más para dar consejos en modo de superación (Cómo no fracasar en el mundo digital).

¿Cómo les ha ido con los libros?

El primero se vendió bastante bien para lo que éramos en el momento, para la perspectiva que teníamos. Hay que ser conscientes de que cuando se lleva tanto tiempo cultivando una audiencia a la que se le regala contenidos, luego es difícil que pague por un libro. Un objeto es mucho más difícil de vender. Nuestro público más fiel lo ha comprado, lo ha disfrutado, pero ese público fiel es pequeño, estamos hablando de un 5% de nuestros seguidores, y no es suficiente.

¿Y ese público los defiende cuando reciben ataques?

Por supuesto, siempre cuando hay polémicas en redes son ellos los que salen a defendernos a un nivel que de verdad asusta. Ya nos preocupa un poco terminar como John Lennon.

¿Hay algún peligro con que ustedes muestren el rostro?

No mucho. La mayoría cree que nosotros no mostramos la cara por seguridad, pero no es eso. Digamos, ninguno de nosotros tiene una cara de reconocimiento masivo, alguno quizás ha hecho trabajos artísticos, pero no más allá de eso. En realidad nosotros no queremos mostrar el rostro para que no se haga la ‘stalkeada’ de rigor y se interprete que todo lo que hacemos es en función de nuestras preferencias individuales. “Tú eres seguidor del político rival y por eso quieres atacar”, eso dirían algunos. Por eso.

En estos cinco años, ¿han tenido la percepción de que el público cada vez es más sensible con la sátira?

En el tema feminista sí, la sensibilidad se ha disparado. Hace cinco años había más campo para hacer humor en temas de militancia feminista. Yo creería que ese tema no más porque Colombia ha sido megapolarizada desde hace 60 años. Cuando empezamos, Colombia ya estaba dividida. Al final, el consumidor de los contenidos debe tener un criterio suficiente para identificar hacia dónde va el dardo, no hacia las mujeres víctimas sino hacia la actitud fanática de algunas.

La noticia sobre el supuesto criadero de enanos tuvo incluso su versión en video:

Si en Perú alguien hubiese hecho la broma de la “fábrica de enanos” no sé qué no te hubiesen hecho…

Eso fue arriesgado y cruzamos una línea que luego no volvimos a cruzar. Después nosotros tuvimos muy claro que no podemos, que no es correcto ni éticamente válido, hacer humor de las condiciones físicas de la gente. Eso estuvo mal, no lo volveríamos a hacer.

Finalmente, además de videos en Youtube y podcast, ¿qué otros proyectos tienen en mente?

Siempre hemos querido hacer un “noticiero de verdad”. Ahora vamos a participar en una convocatoria de “periodismo performático” que no sé muy bien qué es, pero es como hacer periodismo serio pero en un lenguaje como el nuestro. Al final de año tendremos la obra de teatro que intentamos presentar en 2018. Y bueno, el proyecto final es lograr que el modelo de negocio funcione y se consiga la financiación para ello.

¿Aconsejarías a alguien que haga lo que ustedes hacen?

Sí.

¿Por qué?

Más allá de la catarsis o trabajo terapéutico, también es un proceso que el camino te muestra: lo fundamental no es montar un emporio con cifras de ingresos brutales. Claro que es importante tener con qué comer, pero el éxito que no pasa necesariamente por la plata, que es importante, sino por lo gratificante que es ver una comunidad creada, con lazos de apoyo, por algo tan sencillo como ver reír a la gente. Es muy bonito eso.

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