Uno de los favoritos al sillón municipal de Lima está en el ojo de la tormenta y en la ceja del tsunami, debido a su pasado como militar. Se trata de Daniel Urresti, quien afronta un proceso por asesinato y por hacer malos chistes, como esta página.
Según nos comentó un pata que trabaja en la Fiscalía de la Nación, este jueves lo podrían sentenciar, pero por si acaso muchos ya se han alejado de él por temor a que se le salga el militar ochentero que lleva dentro.
Uno de estos asegurones es el dueño de un paintball, aquel juego de millenials que consiste en disparar pintura tus amixers. Según el empresario, en la puerta del local existe un letrero que prohíbe la entrada especial del mencionado candidato para evitar ejecuciones extrajudiciales, porque “uno nunca sabe”.
“A ver, uno normalmente queda manchado después del juego, pero con los antecedentes de un militar de la época de Alan o Fujimori, aquí los jugadores podrían terminar con disparos en la nuca y a nueve metros bajo tierra”, aseguró.
“Sabemos que aún no es sentenciado culpable, pero por si las moscas, hay que asegurarse”, concluyó el empresario hípster que está pensando en dedicarse a algo más lucrativo como trabajar en el Estado o vender tizana ahora que ha salido el Sol.
Ampliación, cuando terminemos de almorzar.
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