Quiso probar que se sentía y lo sintió. Una mujer miraflorina de 26 años, egresada de Antropología en la PUCP, quiso estudiar el comportamiento de los sectores D, E y F que usualmente usan el transporte público de Lima, especialmente el Metropolitano, pero jamás imaginó que ello le traería traumas que podrían acompañarla el resto de su vida.
Para tener una mejor visión del problema y sus objetos de estudio, Emma de la Riva Matorras Brescia Romero, así se llama la afectada, se arriesgó a tomar un bus en hora punta y eligió un viernes a las 6:30 de la tarde, paradero Canaval y Moreyra.
Luego de dos horas de esperar un bus en donde pueda entrar, ingresó y de ahí no recuerda nada. “La verdad me empujaron para entrar, sentí el sudor de la gente, el humor, las axilas, la piel ajena, la gente me respiraba, sentía el calor hasta del chofer, incluso no fue necesario agarrarme de algún fierro. Estaba tan apretada que casi sabía lo que pensaba el mañoso que estaba a mi lado”, dijo Emma mientras su enfermera le medía la presión.
“Mis padres no saben que subí a uno de esos buses, sino me desheredan. Al bajar en el último paradero pedí mi UBER Black y los malditos no llegaron porque me dijeron que Comas era ‘zona roja’. ¡Dios mío!, me dije. ¿Cómo hacen por aquí cuando se hacen tarde y quieren tomar taxi? Así que tuve que subir otra vez al bus de regreso y ahí sí me desmayé. Me despertaron a medio camino y pese a estar desmayada seguía parada, luego me bajé en el paradero Ricardo Palma”, continuó narrando.
“Al bajar del bus me fui corriendo a una clínica para vacunarme contra todo. Además, me hice una prueba de embarazo porque nunca sentí a los hombres tan pegados a mí. Ni siquiera mi exnovio en la intimidad estuvo tan pegado a mí como ese instante”, dijo la mujer mientras nos contaba que denunciará al municipio de Lima por darle ese trato zombie a los usuarios.
Finalmente, Emma nos contó que pensaba abrir una ONG para brindar pruebas de embarazo a las mujeres que suelen viajar en este tipo de buses. “Ellas, las víctimas de los mañosos merecen más atención. Con la cooperación internacional yo les daré una segunda oportunidad”, dijo mientras nuestro reportero que siempre toma el Metropolitano desde hace 5 años, dejaba caer una lágrima de su ojo derecho.
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