Consternación, desolación y hambre ha causado el caso de un alumno de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), quien pese a estar en finales ha mostrado poco interés en su vida universitaria y en su vida en general, como casi la mayoría de sus compañeros.
Resulta que este joven, cuyo nombre no revelaremos por seguridad, aún no se despierta ni a tomar su desayuno pese a que ya sonó su alarma número 25.
Según su empleada doméstica, «antes el niño se levantaba temprano, a las 10 de la mañana, pero mientras más avanzaba en su universidad, se despertaba más tarde, como a las 9 de la noche, listo para volver a dormir».
Según fuentes policiales, los padres del muchacho le han prometido de todo para que se levante, como una maestría en Inglaterra o un auto nuevo, pero el joven dice «cinco minutos más» y pasan las horas.
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Quisimos comprobar qué tan vago es este alumno, y cuando llegamos a su casa, ya estaba por su alarma número 50, por lo cual sus padres han tenido que llamar a los bomberos y hasta a los veterinarios.
Al cierre de esta nota, dejamos a los padres haciendo sonar una vuvuzela en la oreja del joven, pero este seguía jateando. Ya va por la alarma número 85. Seguiremos durmiendo.
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