Era lógico. Un literato de poca monta y con el único talento de tomar cada fin de semana sin pagar un sol por el trago, fue echado del Gremio de Escritores de Lima porque insultó a todo el grupo tan solo porque es el único que consiguió trabajo decente, está en planilla y además habría madurado.
Según comenta Aquiles Doypena, presidente del gremio, su presencia en el grupo era un insulto, era casi como sacar cachita porque nadie en dicho gremio ha trabajado porque el “literato de verdad” y tradicional no tiene trabajo y es prácticamente un parásito de la sociedad, casi como un político.
“Lo echamos sin pensar, sin necesidad de una reunión del consejo directivo y sin avisarle porque él lo sabía, él siempre supo que tener trabajo no va con la carrera de escritor, son casi incompatibles”, dijo el presidente del gremio mientras nos gorreaba la cerveza.
Quisimos conversar con el literato mediocre y nos dijo que estaba ocupado aprendiendo lo que iba a hacer en ese trabajo porque en realidad no tenía experiencia de nada ya que la empresa es de su tío pituco. Seguiremos escribiendo.
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