Por Prudencio Garbullos
Había sido un día histórico. En un caso ya común en Europa, una feminista italiana quiso comprobar que las mujeres no necesitan a los hombres y optó por casarse consigo misma. La ceremonia contó con la participación de sus familiares mujeres y de sus amigas y demás conocidas mujeres de su entorno.
Lo curioso fue que a la semana la misma mujer que se había jurado amor eterno, decidió divorciarse alegando maltrato sicológico por parte de ella misma y porque las costumbres machistas de su compañera no la dejaban ser ELLA MISMA en esta vida.
Ya estaba decidido. Se divorciaría. Sin embargo, le fue difícil conseguir una abogada que defienda a las dos. Así que optó por representarse a sí misma.
En el juicio para repartir los bienes, la jueza, el jurado femenino y las periodistas no sabían a quién creerle: a ella, a la otra que era ella misma o a la abogada que defendía a las dos. Finalmente se trataban de cuatro personas. Aun así quiso llamar testigos y se llamó a sí misma, con lo que ya sumaban unas seis personas involucradas.
La jueza, cuando perdió la paciencia, la declaró divorciada. Finalmente, ella se fue a vivir sola a un departamento alquilado y la otra se convirtió en machista declarada. Su psicóloga dice que ella no está loca y que esto es solo una reacción natural de alguien que se separa, por lo que debemos tener paciencia.
“Yo les mantendré al tanto de los avances. Mientras, les pido no especular”, dijo la psicóloga solo a la prensa femenina.
Ampliación, cuando se case otra vez.
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