A cualquiera le pasa. Una familia tradicional peruana, de lenguaje simple, de hijos promedios, fines de semana con cerveza y procastinadora por naturaleza, llamó la atención por confesar lo que medio país teme confesar por el miedo al “qué dirán los vecinos”.
Se trata de la familia de Armando Mota, un ciudadano que valientemente ha confesado que este año no armará su nacimiento de Navidad porque, sinceramente, nunca terminaron de desarmar el del año pasado.
“No es un orgullo decirlo, pero ¿qué familia no se demora un poquito en desarmar un nacimiento navideño? A mí me tocaba desarmarlo, luego mi esposa dijo que ella lo haría, luego mandamos a nuestros hijos y así, poco a poco se fueron pasando los días, luego los meses y, pues, aquí nos tienen para desearles Feliz Navidad”, dijo el señor mientras volteaba el burrito sabanero hacia la izquierda, para variar un poco siquiera.
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El sincero ciudadano también confesó que le nacimiento que armaron el año pasado no tenía a San José, ni a los pastorcitos y mucho menos los reyes magos porque les dio pereza ponerlos. «Nuestro nacimiento era el de una madre soltera», agregó muy avergonzado.
Finalmente, también confesó que no han desarmado el arbolito navideño desde 1998 y que el 24 de diciembre comerán el mismo pavo del año pasado porque no terminaron de meterlo al horno.
Ampliación, cuando terminen de celebrar la Navidad de hace dos años.
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