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Un caso para la ciencia. Como ya lo informaron diversos medios periodísticos, la presidenta Dina Balearte se ausentó por unos largos días y trató de disimularlo con algunos tuits, pero fuentes internas la delataron y nos dijeron en exclusiva que se dio su tiempito para hacerse algunos retoquitos en el cacharro.
Todo hubiese sido casi normal, pero el cirujano plástico que la atendió nos dijo, así caleta nomás, que al operarla tuvieron que hacerle una incisión en el rostro, pero curiosamente no le sangró la cara, para nada. Si siquiera cuando le hicieron un par de cortes más porque normalmente una persona común y corriente tiene sangre en la cara.
“La verdad no sangró para nada. Pensamos que era el rostro de algún líder aprista o un fujimorista, pero no. Hicimos una junta médica para debatir si le dábamos algunas cachetadas para que la sangre circulara. Efectivamente, después de darle algunos estímulos, no sangró para nada. Creemos que es una enfermedad rara, pero al final consideramos que también puede ser falta de vergüenza por el Gobierno que está liderando”, dijo el presidente de la junta médica del hospital Rebagliati.
Luego de la operación, si bien Balearte quería sanar rápido para que la veas sus waykis, los médicos le recomendaron que repose para luego ir a laboratorios donde la puedan examinar porque “una persona normal tiene vergüenza y se pone roja, o sea, una persona con dignidad y amor propio tendría que sangrar, pero ella no puede. Sería bueno que sea voluntaria para la ciencia”.
Ampliación, cuando donemos sangre para Dina.
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