Los seguidores del mejor presidente de todo el Perú y el extranjero, incluso Arequipa, han anunciado que le exigirán al Papa Francisco la inmediata canonización de su máximo líder, orador incansable, padre de dragones, liberador de esclavos, el potro, el padrillo, el faite, el que reparte el queso, el ronsoco mayor, el loncheritas: Alan García Pérez.
Según los religiosos del aprismo, Alan García tiene todas las credenciales para ser el cuarto santo del Perú, al contrario de lo que piensan todos sus enemigos, entre ellos rojetes, antidesarrollo, odiadores profesionales y envidiosos.
Para demostrar la magnitud de la santidad de Alan “Kurt Cobain” García, los apristas presentarán los siguientes milagros:
- Mantener a su familia y tener casa en Francia con sueldo básico. Este milagro debería bastar porque Alan no solo es un genio de la política, sino de la economía. No se conocía ingresos mayores que un sueldo mínimo, y este le alcanzaba para tener propiedades en Lima y el extranjero, incluso una casa en París y casa de playa con búnker. Además, le alcanzaba para tener a sus hijos en las mejores universidades, algo que nadie podrá hacer con el sueldo básico porque simplemente no alcanza. Por eso, es nuestro santo preferido.
- Huir de la justicia gracias a la teletransportación. Es conocida la habilidad de Alan para huir de la justicia vendida, desde el final de su primer gobierno. Mientras unos escapan por la frontera, dentro de la maletera de un carro o disfrazándose de empresario chino, Alan García solo necesitaba ponerse los dedos en la frente para teletransportarse como Gokú hasta París, Suiza o cualquier otro país donde podía caminar sin preocupaciones, y no lo hacía porque era culpable, sino porque ante tanta denuncia injustificada necesitaba respirar en Marsella, beber agua en Berlín y tomar aire fresco en los Alpes. Se lo merecía el inventor de la virtud.
- Convertir el táper de la lonchera en fajos de dólares. Según algunos testigos, Odebrecht enviaba fajos de dinero a Alan García a través de loncheras, pero esas no son más que calumnias de gente envidiosa y llena de odio. Lo que realmente pasaba era que Alan, como Cristo, tenía el don de convertir cosas. Por ejemplo, convirtió el táper de vidrio de las loncheras en fajos de dinero, solo para demostrar su poder. Luego convertía ese dinero en obras sociales para las personas más necesitadas: su propia familia. Los feligreses más fieles, dicen también que convirtió el APRA (que antes lindaba con el socialismo) a un partido similar al fujimorismo, y prueba de ellos fueron Mulder, Quesquén y del Castillo.
- Encandilar ratas sin la flauta de Hamelín. Es conocida la lengua dorada de nuestro orador griego, semidiós de la palabra y potro salvaje de la oración. Alan García podía encandilar muchedumbres, estadios enteros, incluso el propio país. Pero su habilidad era encandilar ratas para que lo siguieran donde él estaba, con el fin de transmitirles sus enseñanzas y una que otra enfermedad como la peste bubónica. Jamás se olvidará que, además, Alan era quien repartía el queso a las mismas tortuninjas.
- Seguir vivo a pesar de tener certificado de defunción. Finalmente, todos saben que Alan está vivo a pesar de estar muerto. Y no hablamos de que está vivo en nuestros corazones, sino de estar vivo de verdad, moviendo la cola. Eso lo puede asegurar cualquier taxista que trabaja de madrugada: “Alan está vivo, no seas cojudo”, te dirán los hombres del volante. Este quizás es el mayor milagro porque o no ha muerto, o ha resucitado entre nosotros y pronto tendrá que levarse como Cristo, o como un avión Antonov lleno de carga. ¡Alabado seas, Alan!
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