Un monje budista que estaba a punto de llegar al nirvana y ser la reencarnación del mismo Buda, fue arrestado ayer por usar métodos violentos contra taxistas, cobradores de combi, policías de tránsito e incluso peatones que contribuían a que el tráfico de Lima sea el más atascado, lento y desesperante del universo.
Según el monje, cuya identidad mantendremos en reserva, él estaba dispuesto a esperar en el auto que lo trasladaba porque el tiempo es relativo si es que no te dejas llevar por la prisa, la ansiedad de vivir lo superficial y lo mundano; sin embargo, empezó a incomodarse cuando le dijeron que llegaría tarde al aeropuerto.
“Cuando le dije que íbamos a llegar tarde, me dijo que no me preocupara, que llegar un poco tarde no le hace daño a nadie. Pero le insistí que no era diez o veinte minutos sino unas tres horas tardes; o sea, cuando su vuelo ya esté por el Atlántico”, dijo el chofer que lo trasladó de La Molina al aeropuerto Jorge Chávez.
“Primero hizo como que meditaba, pero luego salió del carro para inmediatamente unirse a una manifestación de Construcción Civil para desahogarse. Se peleó con la policía, pateó una cúster, gritó a una anciana, botó a un ciclista, y no paró hasta que lo detuvieron cuatro policías con la ayuda de cinco ambulantes”, contó el chofer que se hizo el loco para no terminar arrestado y multado, porque no tenía brevete.
Al cierre de esta nota, supimos que el monje fue trasladado a la carceleta del Poder Judicial porque además había enseñado su “pelada” a los transeúntes en señal de protesta y desesperación combinada con locura. Se prevé que jamás se recuperará.
Más información, cuando terminemos de cruzar la Arequipa, esquina con Javier Prado.
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