Consternación, rabia, pena e indignación ha causado el caso de Aquiles Hurto, un abogado que ejerce su profesión desde la semana pasada. Resulta que, a diferencia de sus demás colegas, tiene una pareja que al parecer no lo respeta y lo llama solamente por su nombre, sin anteceder el clásico “doctor”.
Debido a este problema, Aquiles ha denunciado a su pareja por maltrato sicológico, agresión verbal en tercer grado, difamación, por alimentos y por usufructo. Asimismo, ha demostrado el maltrato sicológico adjuntando un documento que confirma que por este hecho ahora sufre de disfunción eréctil. O sea, no se le para. O sea, no puede usar su código legal. O sea, sus encuentros amatorios han sido encarpetados y archivados.
Según el Colegio de Abogados de Lima, el caso de Aquiles Hurto resulta preocupante porque es sui generis y porque puede causar una reacción en cadena dentro de la sociedad.
“Imaginen lo que sucedería si nadie nos dijera ‘doctor’, sería terrible para nuestra sociedad. Ya no habría respeto por nuestra profesión que es tan digna. Nosotros somos la base moral de la sociedad, somos la fuerza social peruana. Más bien, por si acaso señor reportero, esta entrevista se la voy a cobrar como consulta”, nos dijo el decano del Colegio de Abogados mientras nos hacía el recibo.
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Al cierre de esta nota, Aquiles Hurto nos denunció también a nosotros ante la Corte Superior de Justicia del Cono Norte por agravio físico, malestar general inflamación a la rodilla y piedritas en el riñón, por lo cual debemos pagarle una indemnización de 2 millones de soles y, además, debemos llamarlo “doctor” de por vida, incluida nuestra descendencia. Seguiremos doctoreando.
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