Radicado en Huancayo, Rómulo Sulca (Huanta, 1989) mañana estrena su primer largometraje, Teloneras, que es un documental coral sobre la historia de cinco cantantes mujeres del género folclórico que aspiran consolidarse y alcanzar la fama. A su vez, el film se emerge como un homenaje a una leyenda de la música peruana, la eterna Flor Pucarina. Rómulo estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional del Centro del Perú y, además, ha realizado estudios de cine en diversos lugares, como por ejemplo, en Cuba y Argentina. Nuestros redactores pudieron conversar con él, quien actualmente se encuentra estudiando allá, en Cuba, y nos prometió una caja de chelas en un concierto de Shandú cuando regrese a Perú.
¿Cómo llegas a interesarte y a relacionarte con el cine, teniendo en cuenta que fuera de Lima es difícil adquirir una formación “profesional” sobre ello?
Estudié Ciencias de la comunicación y los que algún día soñamos ser cineastas, en un país pobre como el nuestro, no tenemos plata para irnos a Lima: a la Tolouse o a la de Lima, en donde se llevan algunos cursos y talleres de cine. Vamos a una universidad pública a estudiar Ciencias de la comunicación. El problema es el compadrazgo que existe en dichas escuelas. Yo recuerdo que tenía un profe que nos enseñaba cómo ver una película en HD, es jodido, ¿no? Imagina acercarte al cine con esos docentes. Al margen de ello, siempre me ha interesado hacer cine. Del lado familiar tengo influencias artísticas. Por ejemplo, mi prima Maritza es cantante folclórica y fue con quien comencé a hacer cortos, literalmente fue mi primera “telonera”. Con ella, grabamos las ideas iniciales del documental hace años, de una manera muy arcaica y poco profesional. En el 2011 hice un corto llamado Nostalgia. Pero no sabíamos cómo se capturaba el sonido en vivo por ejemplo. Hicimos un corto con un cámara en unos minis DVD’s, una camarita muy amateur. Es muy nostálgico ver cómo inicia sus cosas. Yo recuerdo que nos prestamos un micrófono de maestro de ceremonia, conectado directamente a la cámara, entonces se filtraban sonidos desastrosos. Hemos ido aprendiendo con el tiempo, porque con muchos de los que iniciamos grabando cortos, ahora nos acompaña en Teloneras. Ese primer corto es el que más me gusta porque es con el que aprendí muchas cosas, no veníamos de una escuela de cine ni llevado cursos sobre audiovisuales en la universidad. Por eso años vi Los muertos de Lisandro Alonso y vi que tenía cosas de él. Entonces veo y digo que he hecho cosas que ya han hecho sin conocer yo eso. Hay cosas que uno puede hacer sin necesitar unos dogmas tan académicos. Comencé con la experimentación y mucho me ayudó YouTube porque aprendí a usar equipos, a editar. Luego fui al Talent en Argentina, que es una selección de cineastas de los países de Sudamérica, en el que te muestran el cine contemporáneo. Es como un encuentro de cineastas novatos. Cuando llegué, muchos de mis compañeros ya habían estado en festivales grandes y hecho largometrajes, yo llegué todo provinciano con solamente cortos.
Como bien señalaste, las universidades nacionales dirigen sus escuelas de Ciencias de la comunicación para el periodismo o las relaciones públicas. Ante ese vacío de un acercamiento a lo audiovisual, ¿qué te dio internet?
Aprendimos a utilizar equipos como cámaras un poquito más modernas. Lo primero que hacíamos era meternos a YouTube. Por ejemplo, aprendimos que un video en MOV era de un poquito mejor calidad. También veíamos detrás de cámaras y making-of de películas en canales diversos. Poco a poco, nos dimos cuenta, por ejemplo, que las cámaras en HD que usábamos venían con lentes de plástico que no servían para sacar la calidad que buscábamos. Era como tener un Lamborghini y ponerle frenos de Toyota. Veíamos también a unos mexicanos, Zoom F7, egresados de la UNAM, son capos, van analizando películas. Eso nos nutría mucho.
En la última década se ha intensificado mucho el uso del término de “cine regional”. ¿Estás de acuerdo con esa dicotomía entre un cine limeño-central y otro regional-periférico?
Esa huevada del cine regional nació más o menos en el 2008, cuando el CONACINE, los fondos se repartían entre Chicho Durán, Claudia Llosa, Josué Méndez y toda la argolla limeña. Entonces ahí se creó una Asociación de Cinastas Regionales e Independientes del Perú (ACRIP). Ellos empezaron a presionar para que también se repartieran fondos a directores regionales. Entonces los del CONACINE dijeron que ellos no eran cineastas, sino “videastas”. En otros países, se hablaba del Cine cable a tierra, como en Ecuador, o el caso argentino también. Entonces el CONACINE mira esos ejemplos y tratan de armar un concurso también para directores regionales. Creo que el primer fondo se lo dieron a un pata de Puno, algo como 80 mil soles, una miseria. Los de Lima se llevaban 800 mil soles, hasta ahora sigue siendo lo mismo, ¿no? Creo que de alguna forma sirvió que piteáramos, entonces se creó un fondo regional. Mientras en Lima se repartían para 5 o 6 películas, para nosotros solo era uno. Nos seguían tratando como en la época de la Colonia: “hay que darle un pedazo de pan al perro, nosotros nos comemos la grande”. Pero hoy por hoy, el mal llamado cine regional le está dando lecciones a la gente de Lima. Oscar Cotacora es una muestra de ello. Sabemos hacer cine. Vino Omar Forero con su película Chicama, que para mí es una de las mejores películas que se ha hecho en Perú. Yo pienso que hay más directores que van a ir saliendo gracias a la democratización del internet y las tecnologías. Las cámaras eran importantes, pero no se podía antes. Una lata de 16mm te costaba como 400 dólares y duraba 3 o 4 minutos. Luego mandar a revelarlo. Ahora es menos tedioso y costoso. Entonces la gente que andamos en los 30s hemos crecido con una forma diferente de hacer cine y ver el mundo.
Digamos que una camada de directores jóvenes de ese mal llamado “cine regional” que has incidido mucho…
Me llega al pincho si me dicen director de cine regional, me da igual. Al final demostramos con nuestro trabajo. A mí nadie me ha regalado nada. Nadie me ha dicho: “Oe, Rómulo, tu viejo es un viceministro, tu viejo es un agregado cultural o vinculado a un partido, te vamos a dar tu fondo”. A mí nadie me ha dicho esa huevada, yo me la he tenido que ganar. Mis viejos son campesinos que crían animales en los andes.
Es muy difícil producir cine de manera independiente, ahora que ya produjiste tu primer largometraje, ¿cómo has sentido la negociación con las grandes empresas que distribuyen cine en nuestro país?
Mira, hermano, primero te diría que el documental fue autofinanciado. Segundo, el documental hizo sus propios méritos para distribución comercial. De no ser así, no hubiéramos recibido el último impulso, que fue ganar un estímulo del MINCUL. Ganar el fondo de distribución, que es literal la cuarta parte lo que le han dado a otra película. Nos han dado bien chiquito. Buscamos distribuidoras, que hacen el puente con las exhibidoras. Nosotros hablamos con la distribuidora y ellos hacen el enlace con la exhibidora. Yo busqué una distribuidora que le vaya al cine independiente. Me recomendaron a Mario Bacigalupo y dijo “sí, he oído de Teloneras”. Para eso Teloneras ya había ganado sus premios. Nos dijo que ya, bacán. Pero las negociaciones la hacen ellos. Nosotros todos los días insistimos al distribuidor cosas como “no he visto mi película en la página web”. Es una lucha constante con las empresas. A ellos les pagamos para que hagan todo el trámite. Cuando negociamos nos prometieron 2 salas en 2 ciudades, Lima y Huancayo. Pero a veces hacemos campaña para una película pero de pronto llega una otra como Batman y se puede tumbar nuestra sala. Es un mundo muy incierto y que da miedo la distribución. Hacer una película en 8 años y más el tiempo de negociación para que dure una o dos semanas en cartelera. De alguna forma, es satisfactorio que la gente vaya a ver tu chamba. Satisface, pero me jode que así sea. Las leyes lo permiten que así, tendría que el Estado hacer algo para regular la exhibición de películas nacionales. Darle su cuota de pantalla.
¿Has visto esa experiencia en otros países?
Por ejemplo, los chinos no solo se meten en la preproducción de películas de Hollywood. Además, hace poco salió un libro sobre cine en que proponía que los chinos le dicen qué películas o qué temas son manipulados a los gringos. Les dicen “oe, mira que acá somos 1 400 millones de espectadores, esto no me gusta, piénsalo”.
Pero China es una potencia, quizás alguna otra experiencia más cercana a la realidad de nuestro país…
En Argentina, no sé si Macri se lo bajó. Allá existe salas especiales para películas financiadas por el estado argentino. Acá con las justas tenemos a la Sala Armando Robles Godoy, que alguna vez me dijeron que estaba mal.
Hace un momento me comentaste sobre el surgimiento de las primeras grabaciones de Teloneras, con tu prima, pero cómo nace la idea de producir un documental regional y también que tenga que ver con la música folclórica, es decir, doblemente periférica.
Eran mediados del 2011, estábamos en una cantina al lado de la universidad con Jhon Pizarro, que es el editor y productor de Teloneras. Entonces yo le digo, “necesitamos hacer una peli”. Yo tenía algunas ideas, había visto una revista ficha de Lima en la que había unas chicas con polleras. “Podemos hacer esto, tengo mi prima que es cantante, podemos grabar algo”. Mi prima me empezó a contar su trajín, su día a día. Yo no soy huancaíno, soy huantino, mi familia también. Nosotros migramos por la violencia política, ella también migró, todos tenemos ese tema del terrorismo hasta que nos vayamos tendremos ese trauma. Mi prima me mencionó cosas que me tocó mucho. Mi familia fue exterminada. Entonces empezamos a armar el proyecto. Hice el primer corto de Teloneras de 3 minutos. Conforme iba siendo seleccionado para talleres más grandes, muchos me decían que podía ir aumentándole cosas al proyecto. Luego me dieron una beca para el Transcinema en Lima, lo que se llama Translab. Me asesoró Javier Corcuera. No sé si fue en broma, pero me dijo “Rómulo, yo podría rodar eso”.
Él dirigió “Sigo siendo”, también sobre la música peruana y las identidades.
Ajá, justo en ese momento él ya estaba editando ese documental. Luego me asesoró Raúl Camargo del Festival de Cine de Valdivia. Para ese entonces, yo todavía no tenía los conocimientos teóricos como qué es el cine directo y todo ese rollo. Oscar Campos, de la gente de Andrés Caicedo de Colombia, me recomendó películas y documentales para alimentar el proyecto. En ese Translab, no gané ningún premio, pero sí mucha experiencia en el 2013. Luego empezamos a buscar fondos. Postulamos a DAFO y nunca ganamos. Al final lo hicimos con nuestro dinero.
Al contar la historia de 5 personas que buscan consolidarse en la música folclórica, cómo entra la figura de Flor Pucarina.
Flor Pucarina no aparece en el documental. No me atrevería decir “esto es Flor Pucarina”, es una eminencia para nosotros los provincianos. Pero yo conocí a Shandú en el 11 o 12, cuando mi prima fue a telonearlo a ella. Ella me dijo “fuera huevón”, cuando le dije para grabar el documental. Ya cuando hicimos las investigaciones, me di cuenta de que la música folclórica en nuestro país gira alrededor de la figura de Flor Pucarina, su figura y canciones se mantienen. Ya negociamos con Shandú para grabar el documental. Entonces quisimos que se constituya en un homenaje a la Flor Pucarina, no solo porque empieza en su tumba, sino en sí mismo el documental.
¿Qué pretendes con el documental, cuál es el transfondo o simplemente no existe?
Creo que toda película tiene un trasfondo político, el que diga no es un imbécil. Teloneras tiene mucho de eso. De alguna manera, en el cine peruano, a las mujeres siempre las han representado, en especial a la mujer andina, como en La teta asustada, es una flaca con una papa en la vagina sufriendo todo el tiempo, o en Canción sin nombre, la tipa llora y llora y se revuelca. Oe, toda la vida nos han representado así, cuando en realidad no somos así. Lima está lleno de provincianos y nosotros somos los que empujamos este país. Nos siguen haciendo ver tristes. Eso me jode. Es cierto que en Teloneras todas tienen un nivel económico bajo, no necesitas decirlo, no necesitas hacerles llorar para mostrar la realidad. En este país nos gusta la pornomiseria pero debemos ya parar. De alguna forma, buscamos reivindicar a las mujeres y a los provincianos de la imagen de pobrecitos y llorones. Todos tenemos los mismos derechos. Por ahí alguien, alguna vez dijo que esté país sería maravilloso sin los cholos, pero jamás podrán, nunca nos van a relegar, este país nos pertenece. Y también he querido representar no solamente a los provincianos sino a todo lo que viene con nosotros: nuestra música, nuestra cultura. Siempre han querido darle una mirada citadina o externa. Hay uno que otro director que exotiza la mirada a nuestro mundo para sacar ventajas en el extranjero, en Europa, sobre todo. Si antes a los indígenas nos llevaban en jaulas para pasearnos en Europa, ahora nos llevan a los indígenas en el cine. Para eso estamos nosotros, estamos en el siglo XXI y podemos contar nuestra propia historia, lo que nosotros somos realmente.
Ahora, cuál es tu nueva producción, o lo que se viene de manera más próxima en tu carrera.
Acabamos de rodar una nueva película, una ficción. Este proyecto sí fue financiado por la DAFO, nos dieron el fondo de regiones. Nos ayudó muchísimo. Nos pasamos de pendejos, nos trajimos un actor de Chile, una directora de fotografía de Italia, un director musical de Bolivia. Trajimos gente así también para aprender. El proyecto se llama Erase una vez en los Andes. Trata sobre una pastora andina quechuahablante y un soldado chileno. Está ambientado al final de la guerra con Chile. Queremos reivindicar a las rabonas que fueron muy importantes durante la Guerra contra Chile. En el Perú a nadie le importa lo que hicieron las mujeres y los cholos, los limeños ya habían perdido esa guerra.
Entonces a lo largo de la película el lenguaje protagónico es el quechua…
Sí, el quechua chanka, que es mi lengua materna. Yo aprendí castellano con el pasar de los años. La idea es presentarlo en festivales, que le vaya bien para que pueda entrar a salas en Perú. Queremos hacer lo mismo que hemos hecho con Teloneras, un recorrido previo en festivales. No tenemos más que ofrecer que el talento. No sabemos si será en un festival en Sudamérica o Europa. Quizás ya sea estrenado para fines de este año o el inicios del siguiente.
Salud.
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