Una nueva tragedia pudo haber enlutado el bicentenario de este kiosko informal que es el Perú, pues el último Virrey aspiraba a ser presidente.
Sin embargo, acudió al velatorio de su amigo, causa y líder, Alan The Hutt y soltó un Quesquén por la boca, es decir, soltó una tontería. Declaró que la búsqueda de justicia era una persecución política.
Inmediatamente las redes no perdonaron dicha afrenta. Paniagua desde el cielo negaba conocer a Barnechea cuando Perrovaca le preguntó si era de su partido, Acción Popular.
La ciudadanía se organizó rápidamente para exigir que se construya un monumento al Pan con Chicharrón, ya que gracias a él se salvaron de que Barnechea gane las anteriores elecciones presidenciales.
Piden que dicho monumento esté en la plaza de armas de Lima. También se pide que en nuestro escudo la cornucopia, vacía y machada, sea reemplazada por un trozo de Chicharrón.
A partir de hoy, además, las estampitas del Perú deben llevar un pan con chicharrón. Que todos los domingo se le haga una misa. Que los padres empiecen a ponerle de nombre Chicharroncito a sus bendiciones. Por último, buscar a la persona que le entregó el pan a Barnechea porque buscamos declararlo héroe nacional.
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