Después de que Stephen Hawking estudiara los agujeros negros en el universo y la conchaza de Alan García, no había existido un acontecimiento científico de tal magnitud como el ocurrido hoy en los claustros de la Universidad San Ignacio de Loyola.
El histórico capitán Nicola Porcella se encontraba caminando por la Fontana, quiso entrar al «Di café & tienda gourmet» pero acabó entrando a algo parecido: la USIL. De pronto, tuvo una urgencia corporal que hizo que se acerque a la puerta de esa universidad. «Amigo, wa pichir, ¿me presta su bañito para no dar el mal ejemplo en la calle?», le dijo al guachimán.
Una multitud de estudiantes lo reconocieron y corrieron rápidamente a buscar el selfie respectivo. Ni Jesucristo en su entrada a Jerusalén fue acompañado de una caravana tan numerosa. Ni a la selección cuando volvió de Rusia la recibieron así.
El revuelo fue tanto que lo invitaron a presenciar la sustentación de una tesis. El jurado, embelesado al recibir tan noble visita, botó al presidente para que Nicola ocupe su lugar en la sustentación.
Al cierre de esta nota, nuestro capi iba a ser nombrado rector, profesor emérito y doctor Honoris Causa ( pero causa acevichada) por su don para armar vasitos, que deslumbró a toda la población estudiantil de dicha universidad.
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