Natalia Lafourcade, la madre de las natalias (Ximena Sariñana, Julieta Venegas, Mon Laferte y Carla Marrison), es una afamada cantante y compositora mexicana. Con mucho esfuerzo y de sentirse vacía por no tener a Gael García en el 2000, ha ido abriéndose paso en latinoamérica.
Ha calado muy bien en la juventud, sobre todo en las chicas que gustan de usar vestidos floreados y manejar bicicletas con canastilla y en los chicos que se dejan crecer los cuatro pelos que tienen en el mentó, al cual denominan barba.
Este grupo de jóvenes, que gustan del rock independiente en lenguas originarias de escandinavia con influencias del folk senegalés, superhipermegasensibles a memes que rocen el humor negro, consumidores de ensaladas con chía orgánica libre de gluten y soja, que reivindican los símbolos andinos pero que han conocido el ande por los programas de Rafo León en Plus TV, son los principales oyentes de mamá Natalia.
Desde su juicio valorativo estético musical, solo se aproximan a la música popular peruana (chicha, huayno y folclor), se se trata de un cover de Bareto o de algún grupo barranquino. Reivindican a los otros, pero los miran de reojo y de lejitos. Por eso, escribimos este post, pensando que, de ser peruana, Natalia L. hubiese sido una trujillana pretenciosa que a sus 15 años pasaba casting para ser cantante de La Única Tropical o de Corazón Serrano. Su voz y sensibilidad siempre han estado por el lado del pálpito popular. Sus primeras amigas hubiesen sido Lesly Águila, Estrellita Torres o Joa Geraldine. Acá algunos motivos:
1.Además de las innumerables entrevistas en que declara su admiración por géneros populares como el bolero o las rancheras, Natalia ha grabado un disco de homenaje a uno de los más importantes compositores latinoamericanos, Agustín Lara:
2. Ha grabado una de las cumbias al estilo mexicano más hermosas que pueda existir, acompañada de los geniales «Ángeles azules», de Iztapalapa para el mundo:
3. Grupos de cumbia en el Perú han llevado a su estilo canciones de diferentes géneros. Corazón Serrano, por ejemplo, ha transformado a cumbia una de las canción con más densidad reflexiva de Natalia: Hasta la raíz. También, sirvió para grabar uno de los mejores videoclips que muestra la interculturalidad y heterogeneidad de la sociedad peruana. Es de las pocas veces en que una canción supera a su versión origianl, tanto musica como audiovisualmente.
Si Natalia hubiese nacido en el Perú, a los 20 años no habría compuesto «En el 2000», sino alguno de los éxitos que cantó Edita Guerrero, Dios la tenga en su gloria. Si apego a la música popular es innegable en México, tan pegado al bolero y las rancheras. En el Perú, ya hubiese cantado cumbia, tunantada o compuesto canciones para Antología. Amén.
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