Ángela Villón es una mujer de 55 años que nació un 24 de diciembre. Activista social, consultora internacional, esposa y madre. Postula con el número 16 por el partido Frente Amplio al Congreso de la República. Desde los 17 hasta los 52 años, se dedicó al trabajo sexual. Incursionó en este trabajo debido a la violencia y machismo en su hogar: “Crecí en un ambiente de violencia y criada con muchos tabúes, como la mujer es rebajada si pierde su virginidad, o la mujer es propiedad de su marido”.
Empezó en el trabajo sexual a los 17 después de dar a luz a su primer hijo. La huida del hogar por temor a las represalias de su padre, la llevaron al desamparo. Siendo aún un bebé, su hijo enfermó. Obligada por el tratamiento, vivienda y alimentación, se vio a entrar por primera vez a un burdel para trabajar y poder solventar los gastos de recuperación.
“En el burdel empecé a crecer como persona, como mujer y desarrollarme como madre. Yo conocí ahí a grandes mujeres, era la más jovencita, todas pasaban la base 3 y 4. Vi mujeres fuertes y empoderadas entonces dije ‘yo quiero ser como ellas’”.
¿Cómo decidiste iniciar en el activismo?
“Hay gente que piensa que soy improvisada pero ya tengo más de 20 años en el activismo. Empecé el día que un policía me pegó por no haber pagado el cupo, no podía ni ver porque tenía la cara hinchada producto de la golpiza. Él me decía ‘pero eres puta y tienes que pagar el cupo’. A mis compañeras también les pegaban, las escupían, los policías las violaban. Por eso, facilité la Organización de trabajadoras sexuales Miluska Vida y Dignidad en el 2004. En el 2013 facilité la plataforma latinoamericana de personas que ejercemos el trabajo sexual, no solo mujeres sino también gays y trans. He estado en el Comité País para las Naciones Unidas para plantear la vulnerabilidad de nosotras en situaciones de violencia. Si tú me pegas y me dices que soy puta, encima me denigras, cómo voy a poder cuidar mi salud. Empezaron a estigmatizarnos con letreros ‘no las levantes, son sidosas’. Me tuve que ir a las Naciones Unidas a plantear que mientras siga el contexto de violencia, íbamos a seguir siendo vulnerables ante el VIH. Por otro lado, hace más de 20 años, fui la primera de hablar del uso de condón en mujeres. Me he ido a Austria, México, EEUU, La India, Argentina para promover el respeto y reconocimiento del trabajo sexual. Las organizaciones internacionales me hicieron participar en un curso de empoderamiento en Venezuela hace más de 15 años. Estudié en Ecuador para ser consultora internacional en la reducción del VIH en poblaciones vulnerables. Esto provocó que me contrate la Organización Mundial de la Salud para participar en la creación de un material de políticas públicas de salud para los gobiernos.
¿Paralelamente, la organización de trabajadoras sexuales buscaba un ingreso a la vida política?
“En el 2009, tuvimos un congreso nacional de trabajadoras sexuales en el que decidimos participar en política. Pero en ningún partido nos sentíamos cómodas. Tuvimos nuestro primer acercamiento con Tierra y Libertad y Marco Arana. Nos recibió al inicio con preocupación por la preocupación de las demás personas del partido. Tenían que vernos como trabajadoras, con ese status. Después se formó el Frente Amplio y sentarnos, por ejemplo, con los comuneros de Cajamarca, que agarran a latigazos a las trabajadoras en los burdeles, no fue fácil, pero se logró construir un bloque”.
¿Cuáles son tus propuestas más importantes como candidata al Congreso?
“En principio, es el reconocimiento del trabajo sexual. Así podremos acceder a todos los beneficios sociales como cualquier trabajador.En nuestro país, el trabajo sexual no es un delito. Pero ante la ley, el mafioso y proxeneta sí. Con la legalización del trabajo sexual, en vez de pagar el cupo a los bolsillos de los funcionarios públicos, pagaríamos impuestos. Somos personas con derechos, en su mayoría las mujeres decidimos elegir el trabajo sexual. Otro problema son las mafias de trata de personas y menores. Lo peor es que la policía lo sabe, sabe quiénes son los mafiosos, muchos de ellos son autoridades, y en vez de desactivar esas mafias, ellos cobran cupos. Para luchar contra ese tipo de corrupción queremos el reconocimiento. Por otro lado, tenemos el problema de la discriminación y el feminicidio que también afecta a las trabajadoras sexuales. Nos están matando. En informes, no aparecemos como víctimas, somos invisibilizadas. Somos las gallinitas de los huevos de oro para muchos varones. Somos los que traemos la plata, entonces no le vas a dar la plata a otro huevón y ‘encima vas a hacer con él lo que conmigo has hecho en la cama, ah no’, entonces la mato”. Es estratégico reconocer el trabajo sexual porque empezaría a cambiar la mirada de la sociedad hacia nosotras Si tú eres capaz de respetar a una prostituta, con más razón a alguien que no lo sea. Para eso, se debe implementar el empoderamiento de las niñas, igualdad de género, enfoque de género desde la educación inicial”.
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