Doctora Sin Corazón, le escribo porque me encuentro desesperado y no sé qué hacer. Llevo 1 año de relación con mi pareja, una persona ideal, a quien siempre esperé, a quien llevarla al Huaralino y bailar con nuestra caja de chela, a quien regalarle la alita de mi pollo a la brasa, a quien decirle «eres más hermosa que todas las canciones de Agua Marina».
Sin embargo, he notado un cambio sustancial en su comportamiento en las últimas semanas. Sucede que uno de nuestros fetiches más sexuales era robar karamandukas en cualquier centro comercial.
Nos encantaba sentir la adrenalina por nuestros cuerpos, era un placer orgásmico ponerle un pedazo de karamanduka en la boca. Realmente, terminábamos mojados después de cada robo y no me refiero al paladar.
Más que las 60 poses tántricas de un cholo Power o la pose de Alan metiéndose a la embajada, disfrutábamos del robo de karamandukas. Incluso cuando estábamos en pleno acto amatorio en esos hoteles en progresión aritmética (10, 15, 20), me decía «méteme tu karamanduka», «dame más karamanduka», «me comeré toda tu karamanduka».
Pero el fuego de la pasión de apagó, te he fallado Julio Guzmán. Ya no quiere robar conmigo karamandukas. Pienso que me es infiel o no me ama. Me encuentro más preocupado que Mark sin su lomo saltado, doctora. Aiiiuuuuda.
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